Del charco bautismal
Del charco bautismal
Yo andaba tan tranquilo y tú llegaste
igual que un conductor que saca el coche
en plena tempestad y va acercándose
a un charco que parece una piscina
y no sólo lo ve si no que pisa
el acelerador a fondo y ríe
tras escuchar los gritos e improperios
que le dedica -yo- la pobre víctima
desde el retrovisor -vergüenza y rabia-
como un David, de forma previsible,
finalmente humillado por Goliat.
Así pasaste, rauda, y desde entonces
maldigo al puto sol que al poco tiempo
salió y secó -me alegra cada ocaso-
los rastros del amor con que me ungiste.
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